Los mandos militares están entrenados para operar bajo una intensa presión. El campo de batalla dista mucho de ser predecible y, como dice el refrán, “ningún plan sobrevive al contacto con el enemigo”. El resultado de cualquier misión, y muy a menudo la vida de otras personas, depende de las decisiones que se tomen en el momento y de cómo se comuniquen a los subordinados. Ahí es donde el comandante se gana realmente su sueldo.
Esta experiencia militar también puede aplicarse al mundo empresarial. A los jefes de equipo se les paga para que sopesen la información, consideren las opciones, den instrucciones y supervisen la acción. La comunicación eficaz es esencial. A menudo, estas actividades se realizan bajo presión, ya sea por falta de tiempo, por escasez de información, por lo mucho que está en juego en la decisión, o quizá por presión autoinfligida. ¿Cuál es la mejor manera de hacer frente a estas situaciones? ¿Cómo puedes comunicarte mejor con tu personal y cómo puedes preparar mejor a tus equipos para trabajar bajo presión? Estos consejos tomados de las fuerzas armadas pueden ayudar a orientar la comunicación bajo presión.
Sé consciente de cómo respondes a la presión
En primer lugar, es una verdadera virtud ser consciente de cómo respondes a la presión. Es posible que subas el volumen de tu voz, hables más rápido o en un tono más alto, lo que puede asustar involuntariamente a los demás y hacer que muestren signos de estrés. Puedes empezar a perder la capacidad de centrarte en la tarea clave que tienes entre manos y dejar que tu mente se distraiga con asuntos de interés menos inmediato que pueden ser más fáciles de resolver.
Del mismo modo, se tiende a actuar y hablar más deprisa, con lo que se pierde el tiempo necesario para pensar antes de actuar. En el ejército no es raro ver a un comandante de patrulla, armado con un mapa, que, inseguro de la ubicación exacta de la patrulla, acelera con la esperanza de confirmar dónde se encuentran sólo para terminar perdiéndose aún más.