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Coaching Corner

Cómo afrontar los comentarios dolorosos

Published June 22, 2025 in Coaching Corner • 8 min read

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El reto

Mario es vicepresidente de Ventas en una multinacional farmacéutica con sede en Bruselas. Dirige un equipo amplio y geográficamente disperso, y es conocido por su estilo de liderazgo enérgico y su fuerte compromiso. A lo largo de su carrera ha cosechado éxitos de forma sostenida, pero recientemente algo ha comenzado a generarle una gran tensión.

Los resultados trimestrales revelan que su equipo no ha alcanzado los objetivos en varias líneas de producto. En una reunión para analizar estos datos, su jefe, Louis, le transmite un mensaje exigente: la organización mantiene expectativas altas para el próximo trimestre y espera que él y su equipo “den un paso adelante”.

Mario sale de esa conversación sintiéndose cuestionado. Aunque los comentarios de Louis podrían entenderse como una retroalimentación profesional, él los percibe como una crítica directa a su liderazgo, su toma de decisiones y su capacidad global. Con el paso de los días, la inquietud se intensifica. Reproduce mentalmente el intercambio una y otra vez, y empieza a poner en duda su desempeño en todos los ámbitos de su trabajo.

Este estado de ánimo da lugar a un círculo vicioso de inseguridad y confusión. Mario empieza a imaginar posibles fallos en su forma de liderar, y las relaciones con su equipo se resienten. En las reuniones, su lenguaje corporal y su tono revelan tensión e incluso cierta hostilidad; sus decisiones se vuelven más conservadoras. Esta actitud dificulta a su equipo mantener un diálogo abierto y creativo, y el ambiente de trabajo se resiente. Al mismo tiempo, la presión empieza a trasladarse al ámbito personal, y su familia expresa una creciente preocupación por su equilibrio emocional y su bienestar.

Mario intenta recuperar la confianza, pero le cuesta salir del bloqueo. Ante la insistencia de su entorno más cercano, decide acudir a un coach ejecutivo en busca de apoyo

El viaje del coaching

La primera sesión comienza con lo que el coach de Mario denomina ejercicios de anclaje: técnicas diseñadas para ayudarle a respirar con mayor profundidad y a sentirse plenamente presente. Practican juntos meditación guiada y respiración controlada, canalizando el estrés físico y mental, y permitiendo que Mario se sienta más centrado. Es un primer paso importante. Para su sorpresa, Mario descubre que puede tomar distancia casi de inmediato respecto a sus emociones. Es capaz de observarse desde fuera, como si se contemplara desde un balcón. Por primera vez en días, siente que recupera cierto grado de control sobre su estado emocional y psicológico, y que es posible transformarlo.

Mario expresa al coach su deseo de adquirir herramientas que le permitan gestionar el estrés y abordar los pensamientos intrusivos que repite una y otra vez. Describe la conversación tensa con su jefe y cómo esta ha generado una cadena de pensamientos autolimitantes. El coach propone realizar una serie de breves juegos de rol para explorar las dinámicas cognitivas y emocionales que están en juego en la situación y en las reacciones de Mario.

En el primer ejercicio, el coach adopta el rol del jefe y ambos recrean fragmentos clave de la conversación. Después, analizan en detalle lo que desencadena la respuesta emocional de Mario, sus sensaciones, pensamientos y emociones.

Luego invierten los papeles: Mario representa a su jefe, mientras que el coach interpreta su propia respuesta emocional. Cada vez que Mario, en el papel de jefe, lanza un comentario potencialmente desencadenante, el coach recurre a una de las cuatro técnicas clave (descritas en el siguiente apartado) para responder de forma consciente y constructiva. El efecto es inmediato, y el diálogo del ejercicio fluye aproximadamente así:

Mario (como jefe): Esperaba mucho más de ti y de tu equipo. Está claro que no os habéis centrado en estos objetivos.
Coach (como Mario): Para asegurarme de que lo he entendido bien, ¿me está diciendo que cree que hemos perdido el foco como equipo?
Mario: No, lo que digo es que no has actuado. ¡No has hecho tu trabajo!
Coach: Gracias por la aclaración. Desde tu perspectiva, ¿qué parte de mi trabajo consideras que no he hecho?
Mario: Nunca te había oído hablar así. No te reconozco.
Coach: ¿Le ha sorprendido la pregunta que le he hecho, o hay algo más que le resulta extraño?
Mario: Sí, no reconozco tu reacción aquí, y no entiendo por qué no actuaste como de costumbre.
Coach: Entiendo. ¿Le gustaría escuchar lo que ocurrió desde mi punto de vista?
Mario: Supongo que sí.
Coach: ¿Le parece que lo hablemos ahora o preferiría que programáramos otra reunión?”

Después de cada juego de rol, Mario y su coach realizan una sesión de debriefing en la que analizan la dinámica de la conversación y el impacto de las técnicas empleadas por el coach en el papel de Mario. A continuación, el propio Mario interpreta su rol en un último ejercicio, esta vez aplicando activamente las herramientas relacionales trabajadas, y reflexiona sobre cómo se siente al modificar su enfoque. Surgen varias revelaciones importantes.

En primer lugar, Mario se da cuenta de que ha desmontado algunas ideas preconcebidas sobre su jefe. Al representar el papel de Louis, confiesa que ha logrado “humanizarlo”: empieza a verlo no como una figura de confrontación, sino como un colega con exigencias y preocupaciones propias.

Además, experimenta en primera persona el poder transformador de las “cuatro fabulosas” técnicas relacionales. Al ponerlas en práctica, Mario describe una renovada sensación de control y capacidad de respuesta. Se siente más anclado, escucha de forma más profunda, busca puntos de acuerdo y formula preguntas que abren la conversación. En definitiva, se reconoce capaz de transformar dinámicas tensas en intercambios más constructivos y humanos.

El impacto

Durante varias semanas, Mario practica estas técnicas con su coach. El objetivo no es perfeccionar una actuación, sino trabajar juntos para identificar y desmontar sus creencias limitantes, reconocer sus desencadenantes personales y comprender sus reacciones automáticas ante situaciones exigentes. Este proceso permite explorar cómo transformar esas respuestas para ganar objetividad tanto en su desempeño como en su percepción del trabajo.

Mario empieza a desarrollar una mayor conciencia de sí mismo. Aprende a tomar distancia respecto al poder que determinadas situaciones o palabras ejercían sobre él. Y, lo que es más importante, comprende que tiene una capacidad real para regular sus emociones y sus respuestas: ya no está atrapado en un estado de estrés reactivo ni vive en modo supervivencia.

A medida que incorpora las “cuatro fabulosas” técnicas y las pone en práctica de forma habitual, Mario se siente más capaz de mantenerse anclado en conversaciones difíciles. Está desarrollando resiliencia y seguridad para reformular las críticas como oportunidades de aprendizaje y romper con el ciclo de negatividad que bloqueaba su iniciativa y su pensamiento estratégico.

Su equipo ya percibe el cambio. Notan una actitud distinta, un lenguaje corporal más relajado y una energía renovada. Hablan de una confianza creciente y de un compromiso más sólido. Para Mario, esto marca el inicio de una nueva etapa en su liderazgo.

Preguntas que debe hacerse: 

  1. ¿Le resulta familiar la historia de Mario? 
  2. Cuando te provocan, ¿cuál es tu reacción? ¿Te defiendes, te paralizas o huyes? 
  3. Si tuvieras la oportunidad de cambiar tu reacción, ¿qué cambiarías y por qué? ¿Qué impacto podría tener en tu vida?
Recibir una evaluación negativa nunca es cómodo, pero existen técnicas que te ayudarán a afrontarla. Imagen: Pexels

Las “fabulosas cuatro” técnicas para gestionar conversaciones difíciles

  1. Anclarse y ser consciente del propio estado: En una situación intensa, vuelve físicamente al momento. Ganarás tiempo y evitarás reaccionar a tus desencadenantes. Concéntrate en tu respiración o prueba algo como sentir cómo tus pies tocan el suelo. Concéntrate en tu respiración o postura para evitar dejarte llevar por una reacción demasiado inmediata. Utiliza tus emociones como recordatorio para anclarte.
  2. Escucha con atención y observa las señales no verbales: Presta mucha atención a las señales verbales y no verbales, escuchando el contexto y el propósito de lo que te dice la otra persona en lugar de reaccionar inmediatamente a lo que dice. Pregúntate por qué están enviando esos mensajes y si estás de acuerdo o no. Si detectas algo inexacto, no seas pasivo. Habla, repite lo que has oído y pide aclaraciones.
  3. Busca un acuerdo sobre el proceso: Una conversación es un proceso. Si llegas a un punto muerto, en lugar de escalar, da una opción sobre cómo continuar este proceso, o haz una pausa o un alto y busca de nuevo una aclaración. Pregunta a tu colega si lo que has entendido hasta ahora es correcto, y luego si quiere seguir hablando ahora o reanudar la conversación más tarde: ¿continuamos ahora, sí o no? Y recuerda: «No» también es un acuerdo en este caso. Anclarse y ser consciente del propio estado: En una situación intensa, vuelve físicamente al momento. Ganarás tiempo y evitarás reaccionar a tus desencadenantes. Concéntrate en tu respiración o prueba algo como sentir cómo tus pies tocan el suelo.
  4. Haz preguntas sinceras y abiertas para recabar información: Desescalar una conversación difícil haciendo preguntas que muestren interés por las opiniones e ideas de la otra persona. Esto significa pasar de un modo argumentativo basado en la opinión a un modo de coaching basado en la recopilación de información. De este modo, se obtendrá una comprensión más matizada de la situación y se volverá al acuerdo y la colaboración. Evite las preguntas del tipo “sí/no”. En su lugar, formule preguntas como “¿Cuáles crees que son los factores que más contribuyen a este problema?” o “¿Cuál crees que es la mejor forma de resolverlo?”.

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